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EL DESCUBRIMIENTO DE LOS OTROS

OTRO INDIO VENDIDO EN SEVILLA (1529)

 

 

 

     En mis visitas al Archivo Histórico Provincial siguen apareciendo a cuentagotas cartas de compra venta de indios. El martes 28 de agosto de 2012 pasé por el repositorio, buscando otras cosas pero, revisando las cartas de venta de esclavos que me salían por su aparecía algún indio y hubo suerte. Una nueva carta, que no es que aporte nada nuevo, pero continuo reafirmándome que, aunque siempre fueron minoría, hubo una presencia continua de esclavos amerindios, en el mercado sevillano hasta los años cuarenta del siglo XVI. En Lisboa y en Zafra, estas ventas se prolongaron hasta entrado el siglo XVII.

     La carta en cuestión está fechada el lunes 20 de diciembre de 1529 y resumidamente decía así:

 

     Bartolomé Fernández, vecino de la villa de Palos, vende a Francisco de Burgos, corredor de lonja, vecino de Sevilla, en la collación de San Isidro, un esclavo indio, llamado de Pedro, de trece años más o menos y esclavizado en buena guerra. Su precio se fija en veinte ducados de oro, que valían 7.500 maravedís.

(APS, leg. 3.280, fols. 466r-466v).

 

     Como se puede observar, el vendedor era un maestre de Palos que bien habría podido adquirirlo en algún puerto indiano. El comprador, en cambio, pertenecía a una señera familia, castellana, afincada en Sevilla al menos desde la Baja Edad Media, y que se dedicaban a los negocios y al comercio indiano, (Véase a Otte, 1996). De hecho este mismo Francisco de Burgos, formalizó en 1534 una compañía, como socio capitalista, con Pedro de San Martín y el boticario Pedro de la Fuente, para establecer una botica en el Perú. Lo cierto es que ambos, comprador y vendedor, estaban muy vinculados a los negocios indianos.

     Por lo demás, nada de especial importancia. Obviamente, como no podía ser de otra forma, estaba bautizado, con el nombre de Pedro, que era bastante común, entre las personas esclavas y entre las libres. Sí llama la atención su bajo precio, 7.500 maravedís, bastante menos de lo que se pagaba por una esclava o por un esclavo negro o berberisco. De hecho, justo el mismo día, el curtidor zafrense Francisco Pérez, vendió en Sevilla un esclavo negro, llamado Francisco, de veinte años, justo por el doble, es decir, por 15.000 maravedís (APS. 3280, fols. 455v-456r). Me sigo ratificando en la idea que ya defendí en mi libro, hace varios lustros, de que los esclavos indios siempre se cotizaron a menor precio que los africanos.

 

ESTEBAN MIRA CABALLOS

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